
si sabes a sal
dime por qué tu mundo es cyan
y el mío a veces es sepia.
Trágame y luego dime por qué no te se a verduras grises,
por qué el humo de tus ojos es bicolor
y los ojos rosas nocturnos del tiempo
gimen cuando nos tocan.
Por qué los sábados huelen a pan
y tus lunes a tierra,
por qué las escaleras me empapan de sustancias salvajes.
Por qué no puedo más.
Dime todo a destiempo y con ritmos árabes.
Dímelo todo y lento. Pero dímelo ya.
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